Toni está enamorado de su mejor amigo, y, por mucho que la aborrezca, su novia le cae bien. El desamor es el problema más grave que tiene porque cree que no podrá superarlo nunca.

Unas gafas. Dos pendientes. Una sonrisa pícara.

Raúl no espera que la vida le regale una oportunidad para ser él mismo. Después de mucho tiempo, por fin puede tomar un poco de distancia con su familia y centrarse en crear su propio camino.

Un ceño fruncido. Unos morros torcidos. Una lengua muy directa.

Toni solo quiere que los días tengan más de 24 horas. Raúl, que el cambio valga la pena. Conocerse no entra en los planes de ninguno de los dos, pero no tardarán en darse cuenta de que pueden ser lo que el otro necesita.


“ ¿Es posible sentirse ajeno a tu propia familia? Porque así me siento yo. Soy la pieza que no encaja, la que lleva perdida demasiados años y que han terminado por meter en cualquier puzle con tal de que no se quedara viuda. Quizá mi rompecabezas no exista y no me quede más remedio que vagar solo por el resto de mi vida”.