La historia nos ubica en un pueblecito que bien puede ser París. Amelia, vive refugiada en un cómodo caparazón del que no se anima a salir. A Emilia le gusta su vida, y tiene tantas ganas de darse que cuando conoce a Amelia cree que no puede aportar nada a esa mujer a la que prefiere no presentarse para no sufrir una decepción.

De repente, todo se acelera (una bicicleta tiene la culpa), se descubren y lo inesperado surge entre ellas.

Emilia se da a manos llenas y Amelia recibe con tanta o más pasión. Pero cuando algo se resquebraja en el bien armado caparazón de Amelia, esta tendrá que decidirse a salir de la comodidad, alzar la voz, manifestar sus sentimientos de corazón y demostrar que está dispuesta a luchar por todo lo inesperado.

La estructura es la siguiente son veinticuatro capítulos de extensión breve.

La narración es en tercera persona. Los capítulos son cortos y tiene un ritmo ágil. 

El lenguaje es cotidiano, con trama muy fácil de seguir, mucha amistad y algún secreto que ocultan.

Los personajes son las dos protagonistas: Amelia y Emilia.

Amelia vive en un pueblito y en la casa de Maruja. Por las mañanas trabaja en un bazar y por las tardes da clase de matemáticas. Es una chica risueña y a la que le gusta hacer postres. 

Emilia es zapatera. Sigue el negocio familiar. Perdió a su madre cuando era muy joven y su padre fue quien la crió. Es sencilla, sabe lo que quiere y disfruta de lo simple y cotidiano. 

Mi valoración final es la siguiente: Amelia y Emilia nos presentas un slow burn en toda regla, un romance que se cuece a fuego lento. Ambas tienen un pasado triste, pero no han dejado de ser ellas mismas y eso es lo que las ha unido. Es una novela de amor sano, de creer en el hilo rojo y en el destino. ¿Quién nos iba a decir que robar una bicicleta traería tantas sorpresas? También representa la realidad de vivir en un pueblo, donde todos cuchichean y todos lo saben y puede que se hable de más incluso...